Moldeando el
ADN mediante un diseño computacional se pueden fabricar estructuras inorgánicas
de variadas geometrías. Los moldes de ADN (técnica de origami) se rellenan con
material inorgánico y después se elimina el ADN, dejando el material
nanoestructurado. La ventaja de este tipo de nanofabricación es que el diseño
del molde de ADN se puede controlar de manera tridimensional en alta resolución
lo que permite obtener nanoestructuras de formas muy distintas.
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